Una grieta sin fondo rodeada por una fortaleza milenaria esculpida en el hielo. Nadie recuerda quien construyó este lugar, ni con que propósito. Nadie, excepto yo...
Mucho antes de Ashe y Sejuani, mucho antes de que la magia destruyera los picos quebrados. Mucho antes de que el desierto se tragara a Shurima fue el tiempo de las tres hermanas. Eramos tan jóvenes..., Avarossa, Sherilda, y yo... Lissandra. Los vigilantes del hielo vivían por entonces, no sé de donde vinieron, pero se que eran poderosos. Nos dieron regalos, compartieron su magia, y nos hicieron inmortales.
Nos llamaron los hijos del hielo. A cambio, les dimos todo lo que deseaban, una fortaleza poderosa, un vasto imperio, y nuestra lealtad; un pequeño precio que pagar sin duda, pero Avarossa no lo veía igual, clamaba libertad como una niña consentida, exigía poder elegir, fue ella quien sembró las semillas de la rebelión y la traición...
Aquí es donde todo ocurrió, en un bando los vigilantes del hielo, en el otro, Avarossa y su horda de hijos del hielo.
Muchos hijos del hielo murieron ese día y al final, los vigilantes resultaron vencidos... Avarossa los lanzó al abismo de los lamentos...
Nunca la pude perdonar...
Ya tuve mi venganza...
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